miércoles, 3 de octubre de 2018

LIBERTAD para dudar, aprender y desaprender ¡qué gran REGALO!

Luigi Stinga 2018 en Vallehermoso (La Gomera)
Ayer fuimos a ver Girl de Lukas Dhont. Me conmovió, me removió, me impactó... Me hizo sentir dolor en los pies y en genitales que no tengo. Me llevó al pasado y al presente, girando y girando. De pequeña, yo quería hacer judo y me apuntaron a ballet para ver si me refinaba algo... Tuve dos profesoras, una que nos transmitió amor por la danza y otra que fumaba, gritaba, chillaba y hacía llorar a las compañeras. Además, compaginaba ballet con natación... y me armaba un lío, porque en ballet había que meter tripa y el culo y en natación había que llenar la tripa de aire para flotar mejor...

Ayer por la noche tuiteaba ¿Alguien sabe por qué las personas nos hacemos daño y sufrimos tanto, a pesar de tener más elementos alrededor que nos podrían hacer felices? He salido del cine odiando más la manera de enseñar ballet y repitiéndome "hay niños con vulva y niñas con pene".

Anoche me preguntaba por qué hay seres humanos con tendencia a hacerse daño. Y esta mañana me cuestionaba si quizás son mis creencias las que me llevan a percibir daño en lo que para otras personas es transgresión, superación de normas y pura relisiencia. Personas capaces de sufrir y sacrificarse por lograr un anhelado cuerpo/casa/coche/proyecto/danza/vacaciones mejores. Mis creencias me llevan a ser muy vaga y a pensar "qué necesidad tengo yo de sufrir...", ¡Qué le vamos a hacer! Tiene que haber gente para todo... Según el director de la película,
Los jóvenes transgénero que conocí mientras escribía el guion han sido mi principal fuente de inspiración. Todos ellos son unos héroes que ponen en entredicho las normas de nuestra sociedad eligiendo ser quienes son realmente.
Hace unos días leía una entrevista a la antropóloga Teresa Caldeira cuyo titular, pretendiendo ser sensacionalista, refleja una apasionante y esperanzadora realidad si sirve para construir personalidades propias, no etiquetadas o encasilladas:
“Millones de jóvenes hoy dudan de su identidad sexual”.
Nadie nace sabiendo quién es. Pero nos van regalando (familia, amistades, medios de comunicación, instituciones públicas, empresas de consumo...) mochilas con creencias, con verdades absolutas de lo que está bien y lo que está mal, según dónde vivamos, con quién nos criemos, según sea su clase social, su nivel cultural, sus creencias y más creencias que tan bien se analizan desde la Antropología... Y, en última instancia, cada persona debería poder tener la libertad de poder decidir, de seguir igual, de cambiar progresivamente, de cortar por lo sano si cree que es realmente lo que necesita, de rectificar... aunque nos cueste (y a mí mucho) respetar determinadas decisiones, al entender (en base a creencias) que una persona "en su sano juicio" no actuaría así (más creencias).
Así que la LIBERTAD para dudar, aprender y desaprender me parece un gran REGALO. 
Clara Campoamor dijo que la LIBERTAD se aprende ejerciéndola. Pero hay muchos miedos a equivocarnos, a no cumplir con las expectativas y creencias esperadas. Tampoco tenemos muchos espacios para experimentar con ella, siempre control y "protección" alrededor, desde los cada vez más mullidos entornos de juego infantil... Y las mujeres lo seguimos teniendo aún más difícil. Desde que las descubrí, suelo tener presentes las palabras de Anne Phillips:
El canon liberal insiste en que nuestras diferencias no deberían importar, pero, en sociedades manejadas por los grupos de interés, es deshonesto aparentar que somos iguales. De hecho, mi propia visión de un futuro deseable es de un androginismo algo pasado de moda, y espero que llegue un momento en que ya no se nos trate más como a hombres o mujeres, sino como a personas. Pero una cosa es desear ese futuro y otra muy distinta es querer que las desigualdades desaparezcan”. (Phillips, 1998:323). 
No sé cómo habría sido mi vida sin reseteo profundo en 2006. Seguramente habría evolucionado hacia lo que estoy siendo, al darme cuenta, con la experiencia de la vida, que no se puede agradar a todo el mundo, que la verdad, la mentira, el bien, el mal, ser hombre, ser mujer, el futuro*... son creencias y construcciones mentales que nos han colado (y mejor si no las cuestionamos, porque simplifican nuestra vida y nos dan "seguridad") en pesadas mochilas con las que vamos cargando y haciéndonos daño, durante muchos años, hasta que las vamos soltando gracias a vivencias, lecturas, reflexiones, y principalmente, personas que nos acompañan con su ejemplo (de las que vamos tomando lo que nos gusta, lo que no, lo que no entendíamos y con el tiempo vamos entendiendo, reconociendo y agradeciendo...)...

Con menos carga, menos etiquetas, con equipaje ligero, con cierta experiencia de vida, es más fácil comenzar a gestionar nuestra "vida propia", nuestra "libertad propia", nuestra PERSONA(lidad) con sentido, con las riendas en nuestras manos, siendo responsables de lo que somos y de lo que hacemos, intentando ser conscientes y consecuentes (más que coherentes, que como la verdad, la coherencia no existe). Ser, esencialmente, PERSONAS... superando etiquetas, creo que sería ¡un gran paso para la humanidad!

(*) Soy consciente que el futuro no existe, pero me encanta imaginar proyectos, en solitario y enredando al personal... que aunque luego no se materialicen, han servido para conversar y soñar alternativas...

1 comentario:

Jessica L. Smith dijo...
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