jueves, 23 de abril de 2020

A fuego lento

Hace unos días, en Factoría de Valores de Setem Hego Haizea, escuchaba a Irati Mogollón hablar de arquitecturas del cuidado y contaba cómo las cocinas de los pisos del desarrollismo industrial franquista de los años 70, seguían lógicas tayloristas y las medidas eran las precisas para poder estar una persona que pudiera girar llevando algo en los brazos... Y mencionaba joyas comunitarias a preservar: la cocina junto al fuego en los caseríos y los txokos autogestionados donde se comparte comida y bebida. Recomiendo la entrevista que le hace Ainhoa (algo más de 30 min... tanto por contar que, parece que se pasaron un poco del tiempo previsto ;-).


Hay personas a las que les gusta cocinar en la olla a presión ¡¡a toda velocidad!! A mí, me gusta cocinar a a fuego lento. Recuerdo los pucheros de mi bisabuela todo el día junto a la lumbre (adoro esa palabra). Una de las ollas de barro siempre tenía agua caliente para lo que fuera: el café, la comida, asearse, lavar la "loza"... 

Estos días de confinamiento estoy disfrutando en la cocina, cocinando con calma, con música, disfrutando de los (c)olores de los alimentos. No soy la única. Varias personas a las que sigo en redes sociales digitales están haciendo lo mismo: comprar alimentos de proximidad, cocinar, compartir sus creaciones y dar ideas para la comida o cena del día siguiente.

También estoy entreteniéndome saliendo al balcón para ver cómo van creciendo las patatas, girasoles y calabazas, que fijo que no dan fruto, pero que son un espectáculo y me generan curiosidad e ilusión cada mañana cuando salgo a verlas.

Y, estos días de confinamiento, mi mesa camilla, con el brasero debajo (sin enchufar), están en el centro de la sala. Antes de escuchar a Irati ya la había trasladado para hacer las videoconferencias en un espacio más amplio y con mejor luz. 

¡¡Cuántas horas habré pasado con mi bisabuela, abuela y con mi ama en una mesa camilla con el brasero calentándonos los pies, haciendo labores mientras contaban historias o chascarrillos varios!! Quizás esta decisión de poner la camilla en el centro, es una manera de recuperar algo que me transmite seguridad, ahora conmigo misma y con mis recuerdos... 

Y cada día que hablo con mi abuela, sentada en torno a una mesa camilla, me pregunta si ya puedo salir de casa. Y yo le digo que sí, que a comprar comida... Y pienso en poder volver a sentarme con ellas en su mesa redonda, para seguir escuchando historias que cuando me las cuentan, parece que se me olvidan, pero que, con el tiempo, las recuerdo y se las recuerdo.

jueves, 16 de abril de 2020

Confinada, privilegiada e inspirada: ayer y hoy

Desde el comienzo de la cuarentena el 13 de marzo (en Alicante) hasta el 16 de abril (en Gasteiz) no he podido querido escribir nada en mi blog. Bueno, realmente, es el primer post que escribo en mi blog este año. Necesitaba digerir lo que he estado viviendo estas últimas semanas. He leído mucho, he escrito mails y telegrams, he hablado por teléfono y por videoconferencia. He pasado por las diversas fases de shock, no puede ser, esto es un montaje, sentir impotencia, aceptar la situación y tratar de ver posibilidades que esta ventana inoportuna nos ofrece para cambiar a nivel personal y colectivo.

Durante estos días, mis rutinas de persona privilegiada, que tiene una casa y recursos suficientes para permitirse el lujo de quedarse en casa sin tener que ir físicamente a trabajar, han sido sencillas: he intentado cuidarme:
  • físicamente: dormir bien, alimentarme bien, tomar el sol desde casa (no me gusta nada pero necesito vitamina D) y hacer algo de ejercicio (audios de Feldenkreis, en Instagram con Dina o por Internet); 
  • emocionalmente (intentando estar tranquila, no viendo la televisión, incorporando humor del bueno y risas conmigo misma, familia y amistades; viendo amanecer/atardecer, mirando al cielo; sembrando y experimentando en mis macetas con el subidón que me produce ver cómo salen unas calabazas, patatas, girasoles y algunas semillas más que ya no recuerdo qué son; editando biografías de mujeres en Wikipedia, descubriendo a sufragistas filipinas cañeras y a otras mujeres pioneras en distintos ámbitos, ¡que es un chute de energía!
También he trabajado virtualmente algo… y he aprovechado para leer mucho en papel, en pantalla y ver algunos cortos (El vendedor de Humo, Alternative Math…), alguna que otra película y documentales (HUMAN, Sé natural: Alice Guy Blaché, El Enigma Agustina, Las Sinsombrero…).

Ayer, 15 de abril, fue el día más intenso, hasta el momento, de este tiempo en el que tengo el privilegio de vivir confinada y clausurada entre las paredes de mi casa.

Desde la mañana, el día prometía. Risas con la señorita De la Torre ante el mensaje inspirador del día de Myriam Artola. Subidón con la propuesta de Celia Heras de organizar un nuevo encuentro de saberes y sabores cuando podamos salir.

Primer día que decidía ser “subversiva” e ir más allá de las tiendas de barrio de mi calle para aventurarme a ir a un supermercado a por productos de primera necesidad (para una persona privilegiada occidental).

Primer día que contemplaba el cielo en 360º, las flores de los árboles, las plantas exuberantes del camino. El olor de las lilas me teletransportó a la huerta de mi abuela.

Primer día que sentía la presión de mantener la distancia de seguridad en un super, en el que todo el mundo, menos yo, iba con mascarilla. Me quedé con el mensaje de lavar bien las manos, evitar el contacto con boca, nariz, ojos… y dejar el material de protección para personas sanitarias y gente que realmente lo necesita. Y en ello sigo hasta que me obliguen a lo contrario.

Primer día de conversación cara a cara con una persona que ha perdido a su pareja estos días, que ha sentido que ha muerto de pena y de tristeza al no ver a su familia en la residencia durante más de dos semanas. Que no se ha ido en paz de este mundo al no saber por qué no iban a visitarla... ¡Qué duro! ¡Qué inhumano!

Primer día de conversación de más de una hora con una persona recién jubilada que ha trabajado toda su vida en la sanidad pública… que estaba bastante impactada con todo lo que está pasando, con la falta de previsión, con la falta de información veraz, concreta, efectiva… frente a mensajes contradictorios, bulos, ruido mediático… que generan schock, incertidumbre, cabreo, desasosiego, intranquilidad…

Y primer día que sacaba dinero con un plástico de una máquina, privilegiada de mí, y meto la gamba en el super al enseñar una tarjeta de puntos de la competencia. Creo que fue el momento cómico de la mañana con las risas de la cajera y de la vigilante de seguridad, quien, muy amable, me ayudó a organizar mi compra lo antes posible para dejar sitio a la siguiente de la cola (a 2m de distancia). Les di las gracias y les dije que llevaba un mes sin salir de mi barrio y que, además, los super me estresan y prefiero comprar en el pequeño comercio…

Paro. Respiro… y regreso a mi barrio actual, del barrio de toda la vida donde vivo estas primeras veces...

A las 14:00, uno de los regalos más bonitos de estos días confinados: conocer a Manana, gracias a Andone. Una mujer con 80 años que sigue dando clases de piano y estos días se cita con su alumnado por videoconferencia. Conocer personas así, me pone, me da vidilla, me muestra que hay infinitas maneras de ser y de hacer las cosas!!

Por la tarde, otro auto-regalo: emocionarme mientras terminaba de montar un vídeo para el cumpleaños de alguien muy especial en mi vida en los últimos años. Yo la llamo “mi madre de elección”. Hay personas que nos vienen por defecto. Hay otras, que las elegimos. Todas son importantes en nuestra vida. Me cuesta llorar. Me cuesta emocionarme. Ayer, recordar momentos, viajes, risas con mi gran familia (la de sangre y la elegida) lo consiguió.

Y el que yo pensaba que sería el último regalo del día, fue ver a mi hermana de elección. Me encantó. La vi radiante. No creo que nunca las pantallas ni la realidad virtual superen a la realidad 3D en presencia cara a cara. Ayer, con ella, el lenguaje de las miradas no me bastaba. Y, esto no se puede decir, pero nos besamos, abrazamos y achuchamos de estrangis, yo por miedo a que alguna persona balconazi nos delatara o por miedo a que nos multaran, no por temor a pillar un virus. Ella, sin miedo a la multa porque no estaba poniendo en peligro a nadie. Fue, hasta el momento, uno de los mayores placeres del confinamiento! Sé que el distanciamiento social es necesario para evitar la propagación multiplicadora del virus, al menos, eso nos están contando y yo (aún) me lo sigo creyendo... Pero hace unos días me recordaban que cuando apareció el SIDA, al principio la gente no se acercaba a otras personas por miedo a contagiarse y estas personas vivieron estigmatizadas muchos años hasta que el tema se fue aclarando y se fue facilitando información clara y precisa, que creo que nos sigue faltando con el COVID-19 (lo siento, me niego a llamar a UN virus en femenino como dicen la OMS y la RAEncia refiriéndose a LA enfermedad). 

Antes o después, vamos a morir. Quizás resulte muy bestia lo que voy a decir, en un momento en el que han fallecido tantas personas por la pandemia COVID-19, pero, si pudiera elegir, preferiría morir tras haberme llenado y manchado de abrazos y de besos impregnados del virus del amor, del cariño, y de la humanidad, que vivir púlcramente protegida para no contaminarme con el miedo, la incertidumbre y el temor constante a contagiarme. Nunca sabremos cuántas personas están muriendo de tristeza, pena, soledad por no poder tener compañía… 
Mi pronóstico hasta el momento: 
  • Pulcritud 1 - 0 Cariño 
  • Protocolos 1 - 0 Humanidad

Y como comenzó mi día de ayer, voy acabando. 
Estoy hasta el TOTO:
  • De políticxs que hablan de guerra, toman decisiones militarizantes, no son capaces de ir todxs a UNA (hacer POLÍTICA, en lugar de partidismo) para dar respuestas ágiles, creativas, resolutivas a esta emergencia sanitaria y, yendo más al origen del problema, de emergencia climática. Generan más problemas que respuestas, nos mantienen en la incertidumbre. Así NO! No tiene ningún sentido, a menos que estén representando papeles impuestos por las siguientes de la lista (que no pagan, ni de lejos, los impuestos que debieran…)
  • De las grandes empresas y de las del IBEX, la banca, las empresas de recursos públicos privatizados y de las grandes fortunas familiares que, desde el desarrollismo franquista, se lucran caiga quien caiga
  • De medios de comunicación carroñeros e irresponsables que en lugar de difundir información precisa, útil, esperanzadora… infunden miedo e incertidumbre con informaciones contradictorias
  • De personas que usan recursos que no necesitan, quizás no sepan ponerlos ni quitárselos con seguridad pero sí saben tirarlos al suelo. Véase, en este contexto, guantes y mascarillas.


Pido PERDÓN A: 
  • Las personas a las que no les llegan los recursos necesarios para vivir con dignidad por el egoísmo de quienes vivimos con privilegios y la ausente justicia social redistributiva
  • Las personas que se están sintiendo solas, abandonadas, ninguneadas, utilizadas
  • Las personas que se han ido de este mundo sin poder despedirse de su familia
  • Las personas que han perdido a seres queridos y no han podido despedirse como hubieran deseado. Un acto de reparación social es más que necesario.

BRAVO, GRACIAS y UN RECONOCIMIENTO A:
  • Todas las niñas y niños que están en casa sin poder salir (esta parte iría en "PERDÓN") por enseñar muchas lecciones a las personas adultas con las que vivís. Quizás, una de las más importantes, que estar tiempo y sentirse queridas y seguras, es lo más valioso (pista para reorganizar escala de prioridad€s consumistas adultas)
  • Todas las personas que están cuidándose para cuidar a las demás
  • Todas las personas que nos cuidan: produciendo alimentos de la tierra, transportándolos, vendiéndolos en mercados, a domicilio, a las personas que trabajan en los supermercados (¡menuda paciencia estos días!), a las que nos cuidan en los centros de salud y hospitales
  • Todas las personas que han puesto en marcha y participan en iniciativas sociocomunitarias que están surgiendo para dar respuesta vecinal y ciudadana a las necesidades que se presentan: desde materiales, hasta de acompañamiento y de cuidados
  • Y un reconocimiento más que necesario a las madres, abuelas, tías, primas… que nos han cuidado y nos siguen cuidando (por obligación del patriarcado, más que por “amor” o por deseo propio). Ojalá los cuidados se valoricen, socialicen, comunitaricen, redistribuyan entre todas las personas que habitamos los hogares, primero, por justicia, porque no es justo que las tareas de la casa no se compartan. Y segundo, porque ser una persona “inútil funcional” en la vida es muy triste... Parte del currículo educativo de este confinamiento podría haber ido por ahí, por aprender a ser personas autónomas en el cuidado personal y corresponsables en el hogar… Lo lanzo como propuesta curricular para futuros confinamientos de emergencias climáticas que estén por llegar... 
  • Y otro reconocimiento a las trabajadoras en los hogares que hacen labores esenciales para la vida de las personas que viven en ellos, arriesgando sus vidas y en unas condiciones laborales injustas
Mensaje en una de las torres de Salburua. ¡Gracias por cuidarte/nos!

Crisis en griego y en latín significa cambio. Desde luego, lo que estamos viviendo puede ser una oportunidad para cambiar, tanto a nivel personal, como colectivo. Y cambiaremos, ¡vaya si cambiaremos! Lo hacemos a diario para adaptarnos y para superar dificultades. Otra cuestión es si el cambio será para redistribuir mucho mejor que hasta ahora las ganancias y las pérdidas (económicas, pero no solo, también las emocionales y vivenciales que dan VALOR a la vida, como por ejemplo, conectarnos con personas con merecen la alegría, o, LOS CUIDADOS, esos que nos sostienen cada día, sin darnos cuenta cuando tenemos salud o tenemos cerca personas duendæs que hacen que todo funcione...).

Y, ¡se me olvidaba! 
Antes de apagar las pantallas y de cerrar los ojos, el día de ayer terminaba con este texto >>> 
que a su vez, me llevó a un artículo, que me pareció otro gran regalo, más en los tiempos que vivimos: Reflexiones sobre vivir y morir, de Elisabeth Kubler Ross. Interesante tenerlas en cuenta...

Todo cambiaTodo fluye. Carpe diem!

Gracias a las BELLAS personas subversivas, que, desde los márgenes, al límite de "lo legal" (que no suele ser lo más justo), hackean sistemas mentales y organizativos, nos muestran que hay muchas luces entre las sombras, y nos inspiran para lograr nuestros sueños, con su ejemplo de vida.