miércoles, 24 de agosto de 2016

10 años... de superación

Hace 10 años, en la madrugada del 24 de agosto de 2006, después de varios meses con un problema físico (esguince), tensiones mentales, emocionales, sociales y viajes... mi cerebro hizo "crack", así, literalmente.

En aquellos momentos supongo que para las personas que presenciaron mi "brote psicótico" fue un gran palo encontrarme delirando y haciendo cosas de lo más rocambolescas que solo aparecen en los escenarios y en la pequeña o gran pantalla.

Lo más cañero es que con la mala memoria que tengo, todavía recuerdo muchas de esas escenas...

Tras los primeros 12 días de ingreso en la planta de psiquiatría de un hospital (lugar que no recomiendo a nadie y, desde luego, lugar que podría ser más acogedor), llegó un periodo de transición. Vinieron a visitarme mis amistades más cercanas, algo que me hizo muchísima ilusión. Y escribí estas palabras en mi blog. Me ha emocionado releer los mensajes que me dejaron amistades presenciales y virtuales.

La medicación y yo no nos llevábamos bien: demasiados efectos secundarios y sensaciones raras. Tuve otra recaída y esta vez la estancia en el hospital se prolongó casi un mes. Yo solo quería irme de allí, pero no al norte, sino al sur. Más de una, dos y tres noches dormí atada. Las horas se me pasaban mirando el techo de la habitación y la persiana. Muchas mañanas fui incapaz de levantarme por mí misma. Necesitaba los cuidados permanentes de enfermeras para hacer lo más básico (asearme, vestirme...). ¡Qué grandes y qué paciencia la de esas mujeres! Y... ¡qué fragilidad la humana!

Así resumiendo (algún día lo escribiré en formato trilogía): 

  • De 2006 a 2008 estuve hiper-mega-medicada. Lo que hacía a diario era "vegetar": comer, pasear, dormir. No podía leer, no era capaz de seguir una conversación, de concentrarme, de sentir... lo que fuera.
  • A mediados de 2008, Jacint Jordana, mi director de Tesis, contactó conmigo para animarme a escribir un artículo para una revista sobre los contenidos de mi trabajo de investigación. Le dije que con la medicación que tenía no era capaz de leer, de concentrarme... Y él me dijo que, bueno, que lo intentará... Fue uno de mis estímulos/motivaciones principales para volver a tomar las riendas de mi mente (empoderarme, lo llaman ahora). 
  • En mis visitas al psiquiatra le comentaba que quería retomar mi actividad profesional y que con la medicación que tenía no podía concentrarme. Muy poco a poco fuimos reduciendo la medicación (De 7 a 2). Mientras tanto, estuve más o menos un año haciendo psicoterapia.
  • A finales de 2008 volví al norte a hacer vida autónoma sin los cuidados permanentes de mi madre y abuela. 
  • En 2009 comencé a trabajar en un proyecto absorbente, pero a la vez fantástico, en el que aprendí competencias y herramientas que hoy en día me siguen valiendo. Con gente con la que aprendí mucho y me lo pasé también muy bien.
  • El 25 de enero de 2010 defendí mi tesis doctoral. Un logro, ¡todo un logro!. El mayor logro de mi vida profesional. Durante los dos años de medicación/anulación/recuperación dudaba de si podría volver a ponerme con ella y terminarla... La terminé. Pero sentir y expresar emociones, creo que por la medicación, seguía siendo una cuestión pendiente. Lo que vivía, bueno o malo, sucedía así como fuera de mí, en otra dimensión (vamos, como que me resbalaba...)
  • De 2008 a 2013 mis emociones han estado bastante adormecidas. Lo bueno y malo que me sucedía, parecía que estaban en otro plano: yo observaba, pero a distancia. Últimamente noto que me emociono más por lo que vivo, veo, escucho. Disfruto con los pequeños detalles de mi entorno. Sin embargo, siento un molesto hormigueo en mis brazos y piernas, más cuando me voy a dormir. Yo lo achaco a la medicación. He pedido que me hagan pruebas, analíticas, etc… y todo, aparentemente, está bien. Mi psiquiatra me dice que la gente bipolar no se queja de este tipo de dolencias (…).
  • Desde 2009 tengo la medicación mínima, según mi psiquiatra, para que los niveles de litio (ese material de las baterías) se mantengan estables (estabilizador del estado de ánimo) y mis neurotransmisores transmitan correctamente la información a las neuronas. Y así evitarme los subidones o bajones, que caracterizan a las personas bipolares. Tengo un trastorno bipolar y un tratamiento para toda mi vida (dos pastillas de Plenur al día: 1-0-1). Llevo 10 años y así seguiré, por prescripción médica (y no será por las veces que he preguntado cuánto tiempo tengo que seguir...). A menos que asuma el riesgo de dejarla para gestionar mi vida (aviso que asusta: cada recaída empeora la recuperación). O a menos que, con el tiempo, descubran que teniendo una vida equilibrada, una mente tranquila, una alimentación y unas relaciones sanas... es posible vivir sin medicarse (algo bastante complicado de llevar a la práctica a nivel personal y, por otro lado, no creo que publiquen ningún artículo científico con esta "terapia-del-equilibrio-sin.pastillas" porque se le acaba el chollo a las farmacéuticas).
  • En julio de 2016, renové mi carnet de conducir y tras renovarlo en 2007 por 1 año; 2 veces por 2 años, 1 vez por 5 años; y en 2016, con el informe psiquiátrico favorable que indica que estoy estable, me han renovado el permiso... ¡por 10 años! (sí, ya sé que hay gente por ahí con carnet que dice que no se medica...). Parecerá una chorrada-administrativa, pero a mí me pareció otro importante logro. Además, las dos personas que me atendieron me felicitaron y se alegraron (y eso que hasta dentro de 10 años no me verán/cobrarán de nuevo).
  • Solo NO he logrado en estos 10 años donar sangre (no puedo por tomar litio).

Lo que he aprendido:

  • los cuidados son la base de nuestras vidas: familia, amistades, profesionales que cuidan y acompañan son claves para la recuperación, ánimo, motivación...vida.
  • que todo en esta vida puede resolverse: si se quiere, es posible encontrar soluciones, sin darle demasiadas vueltas al tarro, o decidir no hacer nada, ¿por qué no?
  • a ser mucho más humilde y a expresar mucho más mi agradecimiento*
  • a disfrutar con los pequeños grandes regalos de la vida, de la naturaleza, de la gente
  • que mi mente viaja mucho más rápido que mi cuerpo, y está bien
  • que el dolor es una señal que nos avisa: que paremos, que seamos conscientes de lo que hacemos 
  • que hay personas "bipolares" sin medicar :-) 
  • que hay gente, poca, pero con alta toxicidad (detectar, evitar y alejarse lo antes posible)
  • que hay mucha, muchísima más gente que se alegra de verme bien
  • que cada día puedo aprender y superarme
  • seguro que mucho más...

Lo que me gustaría que ofrecieran los sistemas públicos de salud:

Llevo más de dos años trasladando a mi psiquiatra que sería interesante para pacientes bipolares programas de "Paciente Activo" y ella me dice que lo trasladará a las altas esferas. Así que tendré que sugerir directamente en esas esferas esta propuesta (se pasa el tiempo y no obtengo respuesta...). Creo que medica(liza)r ayuda, pero no es suficiente. El entorno que nos sostiene (familia, amistades, pareja), la motivación, la ilusión, las ganas de ser, de tomar conciencia y de sentir no vienen en cajas de medicamentos. Veo a mi alrededor gente sobremedicada, anulada; y gente que tiene subidones y bajones de estado de ánimo y parece, se denomina o la denominan "bipolar" sin serlo médicamente hablando.
Actualización: El Programa Paciente Activo está abierto a cualquier persona con una "enfermedad crónica" y/o personas cuidadoras de pacientes con enfermedades crónicas. Y la vocación del programa no es hacer grupos por dolencia, sino por zonas geográficas.
* No cito a nadie, para no dejarme a nadie. Muchas gracias a todas las personas que me conocéis desde siempre. Y gracias también a quienes me habéis conocido después de mi "renacimiento". Como alguna de vosotras me decía hace 10 años, espero que mi experiencia sirva para aprender a tomarnos la vida con más calma, relajo, disfrutando de lo que nos encontramos por el camino y desechando las toxicidades que perjudican nuestras saludes. ¡Nos vemos en las calles y en las redes!

Cambio y superación: la vida misma