No hace mucho, Virginia Imaz nos comentaba que en la vida se puede optar por: querer tener siempre la razón; o querer ser feliz... Y que, en general, no son compatibles.
Así que, personalmente intento escuchar, preguntar, tratar de comprender (aunque a veces sea muy complicado) las razones por las que determinadas personas piensan/actúan de determinada manera. Aunque, en general, es mejor invertir las energía en cuestiones más gratificantes... Quizá por eso para tantas personas sus mascotas sean sus más fieles amigas.
Me encanta la actitud de Sócrates, quien con su mayéutica y su ironía socrática "solo sé que no sé nada", daba en el clavo, hace casi 2500 años. Y es que no se puede saber nada con absoluta certeza, incluso en los casos en los que creemos estar seguras. A nuestro alrededor hay prejuicios (y estereotipos) con "verdades" sobre lo bueno/malo que se han ido construyendo por quienes tienen el poder (religioso, político, económico, mediático...) y quieren seguir teniéndolo.
Bajando un poco a tierra esta reflexión... voy a plasmar en mi blog algunas sensaciones que he vivido en los últimos meses desde que supe que la cantante israelí Noa actuaría en el Festival de Jazz de Vitoria-Gasteiz veinte años después de su primera visita a la ciudad.
Me gusta Noa, su música, sus letras, su puesta en escena... La vi actuar en el WOMAD de Cáceres hace unos pocos años, y me pareció una mujer con mucha energía y capacidad de conectar con las personas. No sé mucho de su vida, pero sí lo suficiente como para saber que es una persona comprometida con la paz y el diálogo en su tierra. Ni me imagino lo difícil que tiene que ser para personas con cierta relevancia (que se posicionan en contra de la línea oficial del poder/religión) hacer equilibrio/malabarismos entre lo que pueden/deben hacer/decir para tender puentes entre visiones enfrentadas e interesadas que hacen que el conflicto entre Israel (dominante) y Palestina (dominado) se mantenga a lo largo de tanto tiempo sin poner fin a tanto dolor, muerte, horror y terror.
Un grupo de artistas vascxs escribieron a Noa una carta abierta para pedirle que, con claridad, tomase una posición sobre tres cuestiones en favor del respeto a los Derechos Humanos, claves para la "supervivencia" del pueblo palestino, que con el paso del tiempo ha visto su población y su territorio arrasado por las incursiones/genocidio israelí: fin del régimen de Apartheid, fin de la ocupación y garantizar el derecho al retorno de lxs refugiadxs.
Noa, a su vez contestó con una carta en la que explicaba su posición. Pero su respuesta y explicaciones resultaron insuficientes, poco precisas y muy ambiguas para quienes apoyan la causa Palestina, y tienen un amplio conocimiento del conflicto (no sé si desde el terreno o desde la distancia). Por el casco viejo de Vitoria-Gasteiz había pancartas con una fotografía de Noa; juegos de palabras en euskera (voy con el pueblo palestino) y una frase "Yo no bailo al ritmo del Apartheid". Se organizó una Kalejira desde el centro de la ciudad hasta Mendizorrotza, lugar del concierto para denunciar el genocidio de Israel y reclamar una Palestina libre. Tras el concierto, se publicó una nueva respuesta a la carta abierta de Noa por parte del colectivo EH-Palestina Sarea, analizando varios de los párrafos de la carta de Noa y precisando con datos la falta de concreción y ambigüedad de las respuestas de la artista israelí. Lo que desconozco es si el colectivo decidió reunirse presencialmente con Noa durante su estancia en Vitoria-Gasteiz para poderse escucharse mutuamente, algo que ella proponía en su carta y que me pareció una gran oportunidad para poder mirar a la cara y comprender mejor.
¡¡Lo que la humanidad podríamos conseguir si nuestra creatividad, conocimientos y motivaciones se orientaran hacia construir juntas, a partir de lo que nos une (con importantes dosis de humildad)!! En lugar de destruir "verdades" para imponer con arrogancia y prepotencia otras "verdades" y continuar en el mismo modelo de quita-y-pon, destruyendo y reconstruyendo que tantos beneficios electorales, económicos, vocacionales, etc... aportan a una minoría (élite, casta, dominantes).
Fui al concierto de Noa. No vi disturbios en Mendizorrotza, ni caen bombas a 200 metros de mi casa, como sí sucede en el caso de Noa, sus compatriotas y las personas que viven en Palestina. Noa leyó un manifiesto para volver a dejar clara su postura (descafeinada y poco comprometida para quienes apoyan la causa Palestina). Para mí suficientes. Dichas desde el corazón. Y con una valentía y fuerza que ya quisiera yo para mí... Disfruté muchísimo con su voz, sus músicos acompañantes, su habilidad percusionista y su amable manera de explicar en spanglix cada canción. Miguel Poveda tuvo también unas palabras de reconocimiento para Noa. Y recordaba una frase que le había escuchado. Era algo así como que ojalá las madres del mundo pudieran dormir tranquilas por la noche porque sus hijas e hijos están bien.
Creo que nos iría mucho mejor como especie (humana) si, en lugar de (pre)juzgar y criticar sistemáticamente, hiciéramos el esfuerzo de interesarnos, informarnos y ponernos cada día, durante unos minutos, en la piel de una persona que contribuye al diálogo, la paz y los Derechos Humanos en cualquier rincón del mundo donde la violencia se justifica para dominar a personas que por sexo, raza, religión, orientación sexual, diversidad funcional, etc... son consideradas objetos, seres menos valiosos a quienes dominar, seres que no debieran existir sobre la faz de la tierra, etc... Y, sinceramente, creo que también nos iría mucho mejor si las decisiones importantes (a cualquier nivel) se tomaran con el fin último de garantizar que todas las madres del mundo pudieran dormir tranquilas por la noche porque sus hijas e hijos están bien.
Esta frase de Noa, curiosamente, no la interpreté en el sentido (vaya, dice mujeres en lugar de decir hombres y mujeres = corresponsabilidad). Fui más allá. Las madres siempre han cuidado, cuidan y sostienen las vidas, en general. Los padres "guerrean" en la empresa, en el campo de batalla, en los espacios de poder... En lugar de pensar en "corresponsabilidad" en el modelo productivo actual (capitalismo/neoliberalismo) pensé en: ¿cómo sería una sociedad (barrio, pueblo, ciudad, región, estado...) donde las decisiones se tomasen para cuidarnos y garantizar la sostenibilidad de nuestras vidas?
Queremos romper techos de cristal en sistemas cuyos cimientos son machistas, excluyentes y se basan en la dominación y en el consumo (más que en la colaboración y en la creación colectiva). Por eso, me parece interesante construir con nuevos cimientos, con cielos abiertos y con diversas miradas de personas (mujeres, hombres, trans... jóvenes, adultxs, mayores) nuevas reglas del juego y nuevas estructuras más abiertas y flexibles, en las que las personas estemos en el centro y decidamos juntas qué somos, qué necesidades resolvemos... sin sumisión a una empresa, una institución (familia, grupo, ciudad, estado) u otras personas.
Me quedo con madres. Bueno, mejor, me quedo con personas que cuidan y sostienen vidas; más que con jefas (pocas) o jefes, de la institución u organización que sea, que actúan con valores y principios excluyentes, que ordenan eliminar personas (literalmente o echándolas de la plantilla de su maquinaria productiva porque son costosas, molestan o no rinden lo suficiente) y que recortan derechos y reconocimientos laborales y sociales, porque, según listísimos organismos económicos, es lo que toca hacer para mantener el statu quo, el nivel de desarrollo y de productividad que mantenga el "bienestar"... Vamos, nuestro actual sistema neoliberal y consumista, al que no le interesa que usemos gafas para analizar, comprender y poder deconstruir el guión de esta película en la que consumimos y nos consumen con sutiles mecanismos de sumisión.
Así que, hoy en día, la insumisión sigue siendo fundamental para identificar y rechazar la dominación por la fuerza y por el consumo. Afortunadamente, sabemos (aunque hayamos olvidado o nos hayan hecho olvidar) que hay otras muchas maneras de (buen) vivir, de ser una, dos, o más... si conseguimos ser conscientes y llegamos a comprender qué es lo que queremos ser y construir juntas.
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