[Entrada original publicada en el blog del Mural3M Vidas en un Muro - Zaramaga]
Cuando invito a la gente a venir a conocer Vitoria-Gasteiz y les llevo por los rincones fantásticos de mi ciudad, siempre se sorprenden con los murales que han ido apareciendo a lo largo de los años en las calles. Pero, las propias personas que viven en Vitoria-Gasteiz desconocen que existen fachadas artísticas en la ciudad. Así que este post pretende contribuir a visibilizar y difundir una genial iniciativa de muralismo público.
Cuando invito a la gente a venir a conocer Vitoria-Gasteiz y les llevo por los rincones fantásticos de mi ciudad, siempre se sorprenden con los murales que han ido apareciendo a lo largo de los años en las calles. Pero, las propias personas que viven en Vitoria-Gasteiz desconocen que existen fachadas artísticas en la ciudad. Así que este post pretende contribuir a visibilizar y difundir una genial iniciativa de muralismo público.
Sigo desde hace años las siglas IMVG (Itinerario Muralístico de Vitoria-Gasteiz) y gracias a Internet descubrí hace ya tiempo la web de este proyecto de muralismo público donde se muestran algunas pinceladas de un proyecto que es mucho más que reunir a un grupo de personas cada año para dar vida y color a una fachada de la ciudad.
No hay otro lugar en España que haga murales de manera sostenida como el programa de IMVG, que desde 2007 ha sembrado, en más de 350 personas que han pasado por los talleres de muralismo público, nuevas maneras de trabajar en equipo tomando decisiones consensuadas para diseñar qué se va a reflejar en el mural y cómo darle forma; y tomar decisiones de manera más autónoma para alcanzar los objetivos operativos y tareas más concretas.
Como ciudadana, me encanta pasear por mi ciudad y encontrarme con estos increíbles murales del IMVG, y otros muchos murales y grafiittis visibles en las calles, que le están dando color a la parte antigua de la ciudad y a los barrios.
Como politóloga, el proceso colaborativo de diseño, puesta en común, ejecución y desarrollo personal y profesional de las personas que participan en los murales, me parece un ejemplo y buena práctica de metodología interesante que podría trasladarse a otras muchas prácticas, no solo artísticas, sino de políticas de empoderamiento de la ciudadanía para tomar parte activa en procesos creativos: “si hemos podido trabajar con una veintena de personas para crear un mural de la nada, ¿qué más retos podríamos lograr?.
El equipo directivo del proyecto IMVG, formado por las hermanas Christina y Verónica Werckmeister insiste en una idea: no es necesario tener conocimientos previos en pintura o muralismo, solo una actitud abierta y colaborativa. Y a lo largo del proceso de creación, las personas participantes van superando etapas, aprendiendo y empoderándose para hacer cosas que jamás habrían pensado que serían capaces de hacer (lo que ahora está tan de moda: aprender haciendo -learning by doing- tiene una plasmación concreta y práctica en cada mural).
También es posible que interiorizando confianza en las posibilidades individuales y colectivas; confiando en la capacidad de aprendizaje y adaptación permanente a los cambios; y queriendo compartir objetivos y espacios de encuentro con otras personas que piensan, actúan y tienen maneras diferentes de ver la realidad; se pueda ir creando una conciencia ciudadana de que es posible contribuir con nuestras ideas, sugerencias, tiempo, esfuerzo, etc… a construir políticas públicas y servicios públicos más centrados en las necesidades reales de la ciudadanía.
¡¡Menuda chapa que os he soltado!!… Es que me emociona lo que es posible conseguirse en el proceso colaborativo de creación de un mural. Ojalá pasaran por este proceso colaborativo personas con responsabilidades políticas y públicas que en muchos casos solo tienen en cuenta estadísticas, encuestas de opinión o tendencias en las redes sociales para testar las inquietudes de la ciudadanía. No sé qué mural podría salir juntando a personas con visiones partidistas de la realidad que en los medios de comunicación nos trasladan visiones sesgadas, parciales, dicotómicas (estás conmigo o estás contra mí) de la realidad. Quizá fuera un mural con 4 o 5 colores ambiguos, perfectamente separados, sobre todo si lo hicieran en campaña electoral. La gente artista sabe que las posibilidades de combinación de distintas cantidades de diversos colores permite construir una paleta cromática con muchísimos matices. Y así de matizada es la opinión de cada persona que vive en la calle de un barrio de una ciudad.
Este año, el tema elegido es, seguramente, el más político y emotivo de todos los temas tratados en murales anteriores. Porque, el muralismo por definición, y por su manera de trabajar de forma colaborativa con la ciudadanía, es un proceso político que contribuye a que las personas creadoras del mural tomen conciencia de temáticas sociales y contribuyan a recuperar un espacio de la ciudad para manifestar y reivindicar determinadas cuestiones sociopolíticas (convivencia, voluntariado, desarrollo sostenible, igualdad, justicia social, esperanza, etc.).
Como os decía, este año, y tras una experiencia previa creando murales con conciencia reivindicativa, en el barrio de Zaramaga, se ha querido homenajear de manera cívica a las víctimas de los sucesos de Vitoria-Gasteiz del 3 de marzo de 1976 y a todas aquellas mujeres y hombres que en aquella época abogaban por maneras más asamblearias y participativas de tomar decisiones. Y qué mejor homenaje que un mural colaborativo y participativo siguiendo el espíritu asambleario de los años 70.
El otro día, a pie del andamio me explicaron algunos detalles del proceso de creación del mural, de lo que las personas artistas que participan en dar vida a este mural, decidieron plasmar en él. Mostrando cómo en la realidad suceden hechos, que cada medio de comunicación refleja según su línea editorial; cada partido político y grupo de presión interpreta a su manera. Pero, en cualquier caso, cada persona vive los hechos de su vida con su propio bagaje de sentimientos y emociones. Y a partir de ahí, las generaciones futuras, debemos ser capaces de construir y respetar marcos de convivencia, de derechos y obligaciones que nos permitan vivir en un barrio, ciudad, región, país, mundo… sin que nadie, por las razones que sean (sexo, raza, pensamiento, orientación sexual, etc.) se considere superior y con derecho a anular la vida de nadie. Queda mucho por construir, pero se pueden ir dando pequeños grandes pasos.
Toda mi admiración a las personas que día a día se esfuerzan por construir visiones compartidas y corresponsables de las realidades cotidianas o de carácter estratégico para la convivencia. Un recuerdo especial a personas heridas, afectadas, familiares y amistades de las víctimas, para que su reivindicación de justicia, verdad y reconocimiento se haga realidad y puedan repararse heridas aún abiertas.Mi agradecimiento a la gente voluntaria que ha estado reflexionando, aprendiendo y construyendo éste y los demás murales de manera colaborativa. Dais vida a paredes que antes no me decían nada. Y estoy segura que tras crear un mural, en vuestro itinerario vital habéis interiorizado otras maneras de trabajar, de tomar decisiones, etc… Y, como no, agradezco a Christina y Verónica Werckmeister su dedicación para construir, a partir del muralismo público, una ciudad más humana que reivindica en sus paredes valores claves para la convivencia.
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