martes, 8 de enero de 2013

Descubriendo las Violetas Africanas

Hace un año, mi amiga Inma me dijo que me iba a regalar una plantita... Cuando yo ya casi me había olvidado por completo, contacta conmigo y me dice que ya tiene lista la Violeta Africana para que me la lleve a mi casa.

Al llegar a su casa y ver las tres plantitas que ha logrado sacar adelante y conocer los cuidados necesarios para que esa plantita crezca, me he quedado alucinada y he pensado que no hay dinero en el mundo para pagar los cuidados que millones y millones de personas, mujeres y hombres, dedican cada día a mejorar la calidad de vida de las personas, mascotas y plantitas que nos permiten pensar en términos humanos (y no de rentabilidad económica) que la vida merece la pena ser vivida. Y que hay muchos más intercambios que aportan mucho más valor que los que se producen en los mercados: un saludo, una sonrisa, una mirada, un beso y un abrazo, y millones y millones de cuidados: cada segundo, cada día.


Espero cuidar de mi Violeta Africana como se merece. Y espero ser capaz de tener la habilidad y la paciencia que tiene Inma para conseguir nuevas plantitas a partir de una hoja. Solo hay que esperar un año para conseguir que la plantita esté lista para ser regalada. Su esperanza e ilusión por regalármela; y las ganas de su familia para que las plantitas retoñas decoren otros hogares, hace que el intercambio de este producto produzca sensaciones y vivencias que no se hubieran producido si yo hubiera ido a una floristería y me hubiera comprado esa planta. 

Pero, claro, las floristerías también tienen que vivir. No es plan acabar con ellas. Todo en su justo equilibrio aporta valor. Y la vida en equilibrio (con cuidados, con mimos, con esperanza, con ilusión, con amistades, con reconocimiento de lo que aportas a los demás y los demás te aportan) merece la pena ser vivida. 

1 comentario:

Anónimo dijo...

Estupendas reflexiones, gracias por compartirlas junto a unas bonitas imágenes.