domingo, 24 de julio de 2005

Estoy pasando unos días en Valencia de Alcántara con mi familia. Esta villa, su campiña y su entorno natural fueron víctimas hace dos años de un terrible incendio que arrasó con siglos de historia natural. Todavía hoy, y por muchos años, se verán los restos de la barbarie humana que intencionadamente prendió fuego en las Sierras de Portugal a la mayor reserva natural y patrimonio de la humanidad: su Naturaleza.

Hoy en día los medios de comunicación se hacen eco de la catástrofe de Guadalajara. Para acercar la terminología de “hectárea” a la gente urbanita utilizan el símil del campo de fútbol. Y dicen que en Guadalajara han sido más de 13.000 campos de fútbol. Pero son muchos más los campos de fútbol que arden intencionadamente cada año. Y parecen de risa las medidas que los Gobiernos adoptan ya que las personas que aman el bosque son las que menos daño le causan, pero son las víctimas de que se prohíban actividades que siempre han sabido controlar. Son más problemáticos los domingueros que van en coche y tiran colillas encendidas o encienden barbacoas que los agricultores que queman rastrojos de forma controlada o hacen la comida en un pequeño fuego en el campo mientras trabajan.

La gravedad no es el incendio de Guadalajara, sino que no haya sensibilidad para cuidar los montes, limpiar los campos, caminos y tierras que ya no se cultivan. Como me comentaban por estas tierras (donde vive mucha gente de gran sentido común pero sin títulos universitarios), si los Gobiernos en lugar de subir las pensiones cada vez que tienen que presentarse a elecciones pagasen un buen sueldo a personas que cuidasen los bosques, campos y caminos, se podrían prevenir incendios y preservar parajes naturales de un valor incalculable.

La educación forestal es fundamental. Que las niñas y niños paseen por el bosque y lo quieran (en lugar de pisotear plantas y matar bichitos) es fundamental. Hace un par de días mirábamos al cielo y se veían distintas chimeneas de humo en el horizonte. Y soy de las que defienden la teoría de que quienes prenden fuego, más que pirómanos, son terroristas a sueldo que actúan para determinados intereses comerciales (aseguradoras, inmobiliarias...) que quieren seguir dominando el mercado especulativo español y tal vez construir campos de fútbol, hoteles y pisos de precios desorbitados.

1 comentario:

Alorza dijo...

Precisamente, mi madre es de una aldea de Guadalajara, en la Comarca del Alto Tajo. Para mí, es una segunda patria. Nos hemos librado del incendio por unos 40 kms. Cualquier campesino de la zona estará de acuerdo con sus colegas cacereños.

Date una vuelta por la judería de Hervás y disfruta.