domingo, 8 de agosto de 2004

Llegar hasta la Universidad de Konstanz es en estos momentos pasear por el paraiso. Los árboles frutales (ciruelos, perales, manzanos, nogales, avellanos) comienzan a dar sus frutos (qué curioso, los frutales son "género másculino" y las frutas "femenino").

En fin, que este paraje te hace pensar en cualquier cosa. Y también descubrir (tranquilidad, que no se me caerá ninguna manzana en la cabeza ni me caeré de un árbol). Ayer me inventé la montxurinha. Para celebrar las Fiestas de la Blanca desde las tierras del Lago Constanza se me ocurrió abrir la botella de cachaça que me regaló mi amiga Karina y siguiendo las instrucciones de la caipirinha (sustituyendo la lima que no encontré en el super por moras silvestres) me monté un combinado de lo más estupendo. Tranquilidad, que no me he vuelto alcohólica por Konstanz aunque entre el lambrusco (muy barato en el super) y ahora la montxurinha pueda parecer lo contrario.


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