martes, 30 de enero de 2018

#Mikrotexto | Arroz con leche

Fuente: Eli123seo, 2017 en Wikimedia Commons
35 años sin volver a Valencia. Andrés tenía 15 años cuando su madre decidió dejar al maltratador de su padre y comenzar una nueva vida en California. Lo pasó muy mal los primeros años, pero después encontró su afición, que después sería su trabajo: diseñador de videojuegos.

Andrés recibió un correo electrónico donde le proponían montar su propia empresa de videojuegos en Alicante, en el marco de un proyecto de caza talentos "locales" que habían emigrado, o talentos del mundo que quisieran vivir en el cálido mediterráneo.

Se lo pensó, lo consultó con su pareja, a quien le fascinó la idea ​—por fin conoceré esa tierra con la que te emocionas tanto al hablar de ella  ​—le dijo; y con su madre, que tampoco había vuelto a su tierra y le dijo ​—una buena oportunidad de volver​—.

Preparó un ligero equipaje y se embarcó en esta nueva aventura. El vuelo nocturno llegó en hora, desayunó una horchata con fartons y se dirigió al lugar de la entrevista: un pequeño restaurante en el que hay que reservar con un mes de antelación, salvo si eres accionista del mismo, como era el caso de los empresarios que querían agasajar a Andrés.

Andrés estaba más pendiente de los olores, los sabores, las texturas de los platos que de las condiciones comerciales y ventajas fiscales que le contaban los cazatalentos. Esos sabores, esas texturas le resultaban muy conocidas. Se sentía como en casa.

​—Bueno, Andrés, entonces firmas, o qué? Imagino que no hay nada como volver a casa! Y con estas condiciones que te ofrecemos... Tienes más suerte que esta pobre gente del restaurante. Si no es por nuestro apoyo ya habrían tenido que cerrar. La dueña es ya muy mayor, está deseando jubilarse pero sus hijos no tienen el arte de Doña Juana​—.

Mientras llegaba el postre Andrés les contestó ​—Dejadme unos días para pensármelo​—.

Arroz con leche era el postre. A Andrés de repente le vinieron a la mente imágenes de su infancia, voces de sus primas y primos, olores familiares, la voz de su abuela cantando en la cocina mientras cocinaba el arroz con leche más sabroso y delicioso del mundo. Parecía escuchar a su yaya ​—Tienes que aprender a cocinarlo, Andresillo, que yo ya estoy muy viejita y te gusta tanto que si aprendes, podrás cocinarlo cuando yo ya no esté y a tu familia le encantará, como ahora lo disfrutas tú.

Andrés se levantó, excusó su ausencia por unos minutos y salió del reservado en el que estaban.

​—¡Le tenemos en el bote, Pepe! ¡Este ha ido a llamar a la parienta para decirle que firma ya!​—.

Andrés volvió con la cara brillando de emoción. ​—Ya he tomado una decisión​—. Los cazatalentos se miraban satisfechos. ​—Voy a ser socio de este restaurante con mi tía Doña Juana. El arroz con leche de mi abuela Luisa solo lo saben hacer mi madre y mi tía Juana. ¡Y ya es hora que aprenda yo también a hacerlo!​—.

​—Tendréis espacio reservado siempre que queráis y sea posible les dijo Andrés a los cazatalentos que aún no se creían lo que acababa de suceder delante de sus narices​—. Es lo menos que podemos hacer para agradeceros que este reencuentro familiar tras 4 décadas sin vernos.

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